Los latinos tenemos fama de alegres y amistosos, pero los australianos nos han sorprendido.
Ayer nos invitó a comer Paul, un amigo australiano, amigo de un amigo chileno (de Chapu). Le llevamos de regalo un tarro de manjar (estoy experta en cocerlo al punto justo), comimos risotto, tomamos vino o cerveza, conversamos, nos reímos. Cuando nos veníamos, nos entrega una caja. Para nuestra sorpresa, era todo lo que le podríamos haber pedido al viejito pascuero si fuera diciembre, una botella de pisco (que vamos a abrir el próximo sábado), te y agüitas ricos (he comprado en los chinos de al frente puros malos), chocolates (que ya probamos, exquisitos), cd de música australiana (que ahora estoy escuchando) y dos entradas para el cine (que vamos a usar el 14, para celebrar 2 meses de matrimonio!). Un regalo de bienvenida, dijo…
Gracias Paul, nos sorprendiste, thank you very much!