17 abr 2012

LA TELE

Hace poco menos de un mes nos encontramos una tele en la calle. No veíamos tele desde que llegamos a Australia y ni nos habíamos dado cuenta hasta que antes de ayer José dejó operativo nuestro hallazgo.

Nos habían comentado que en Melbourne, cada cierto tiempo el camión de la basura recogía “objetos grandes” y que durante esos días era bueno darse unas vueltas por el barrio viendo qué “objetos grandes” podían sernos utiles.

A finales del mes pasado, caminando por Brunswick, comuna de la ciudad, a unas 30 cuadras del departamento, nos encontramos no uno, sino dos televisores. Tuvimos que escoger. Nuestro criterio fue un tanto curioso: “el que nos podamos llevar” (es decir el más chico; porque, caminando, las ganas de llevarse el más grande y nuevo no fueron suficientes), cabe mencionar que el espacio donde instalarlo también fue un punto a considerar al momento de tomar la decisión.

No siendo suficiente con esto, también nos encontramos una impresora (que no funcionó nunca), al día siguiente nos encontramos una silla (donde esta puesto el televisor) y al subsiguiente nos regalaron un montón de pastas cero minutos en una exposición que había en la plaza cerca de la casa. Fueron unos días de paseos muy rentables.

Desde entonces que cada vez que vamos a algún otro suburbio vemos televisores para ser recogidos, unos cinco más, por lo menos, todos mas grandes y nuevos. Al parecer esto se debe al cambio de tecnología a digital, no sé.

La tele estuvo ahí casi un mes, sabíamos que funcionaba, pero había que comprarle unos cables para conectarla a la señal del edificio.

Como comentaba un poco antes, desde que llegamos a Australia que no veíamos tele y ni lo habíamos sentido. Nunca he sido de ver mucha tampoco, no por esnobismo sino porque tenía cosas mas entretenidas que hacer.

Y no es que acá no tenga nada que hacer, o que todo sea aburrido, no. Es solo que el presupuesto para recreación es mínimo y las distracciones en el departamento no son muchas, básicamente comer, cocinar, ordenar y leer (generalmente algo académico, porque tampoco alcanza el tiempo para novelas ni la plata para revistas).

El domingo José dejó operativa la maquina en cuestión. Tenemos 5 canales de televisión abierta, y tampoco es que hayamos estado pegados a la pantalla, pero hasta vimos las noticias en castellano.

En general el primer día de la semana es largo, tengo clases de 1:15 de la tarde a 8:15, con una clase de legislación que dura de las 5 en adelante. Jose sale de clases a las 9:15, generalmente lo espero para comer y tengo una hora de agotamiento y hambre que se me hace interminable. Este lunes, fue distinto. Debo reconocer que tener tele fue lo máximo. Llegué a la casa, dibuje, tome vino y comí maní mirando un programa de esos donde gente canta y hay un jurado que los evalúa, ni se como se llama el de Chile, pero se que hay uno igual, este, por supuesto, era australiano. Creo que nunca había disfrutado tanto mirar televisión. Cuando llegó José, no podía despegarme de la pantalla.

Esto fue hace 24 horas, no la hemos vuelto a prender…

4 comentarios:

  1. Hola!!! A mi me pasó lo mismo! Estuve un año sin tele (acá en Londres) y no fue para nada terrible. Pero cuando nos cambiamos de departamento había una. Ahora sin darme cuenta me quedo pegada viendo cualquier cosa.
    Lo bueno que me ayuda a aprender mejor inglés!
    un abrazo

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  2. Que entretenido tu blog matencita! Me encanta como describes las cosas, porque que imagino perfectamente todo... Espero que algún día te acompañe a comer maní frente a esa tele! Jajja besitos

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  3. maten!!! excelentes historias como siempre!!!! Tu tele y pastas se ven topísimas!!!! les mando 1 abrazo grande y que tengan 1 buena semana!!! besotes!!! Flo

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  4. Excelente historia! (Buen lápiz el de la foto!)

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